
Hay un rezo —tan antiguo como popular— que dice: “Santa María, madre de Dios (…), etc., etc..
A la verdad que Jesús es Dios (Isaías 9.6; Mateo 1.23), y María fue su madre (Mateo 1.1-25), pero solamente lo fue en relación a Su humanidad y no con respecto a Su divinidad, ya que a Dios nadie lo creó. En cambio, María fue creada, y dicho sea de paso, por Jesús.
Génesis 1.26 enseña que Jesús y el Espíritu Santo participaron con el Padre en la creación del primer ser humano sobre la tierra; el hombre. El verso dice “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza (…).” De Jesús, Colosenses 1.15-17 dice que “El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Versión Reina-Valera 1960). Así que, Jesús existía mucho antes que María hubiera nacido.
Jesús es eterno, no tiene principio ni fin. María solo fue la portadora del embrión del cuerpo de Jesús, quien luego se encarnaría en él para redimir a los que creyeran en Él.
Dios no tiene madre, pero María tiene un Dios; su propio hijo, Jesús.
La Escritura le atribuye tres títulos a Jesús:
1. El Hijo de Dios (Mateo 1.20; 14.33; 16.16-17; Romanos 1.4), para indicar Su deidad. Así como todo hijo participa de la naturaleza de su padre (como dice el dicho: “As father as son”, como es el padre es el hijo. O, “De tal palo tal astilla.”), es decir, un hombre engendra hombres, Dios engendró un Hijo Suyo (Jn. 1.14). Algunos pasajes de la Biblia señalan cómo Jesús se igualaba a Dios (Juan 10.30, 33, 36). En esencia, ambos son iguales (Juan 10.38). Pero entre ellos existe un mutuo consentimiento que explica: la superioridad del Padre (Juan 14.28); la subordinación de Jesús al Padre en la encarnación; la sujeción de Jesús a la autoridad del Padre en todo; pero también la armonía perfecta de ambos (Juan 5.19-29).
2. Hijo de David (Mt. 1.20; Romanos 1.3; Mateo 9.27). Este título anuncia que Jesús era descendiente de David, el más grande rey de Israel. Y, por lo tanto, por ser miembro de la línea real, era el Mesías prometido. O dicho en otros términos equivalentes, tenía derecho al trono mesiánico como un descendiente legítimo del rey David.
3. Hijo del Hombre (Mt. 8.20; 16.27). Este era el título que Jesús mismo prefería para referirse a Su persona y a Su misión. Este título enfatiza la humanidad de Jesús; Él tomó forma de siervo (Fil. 2.5-8), esto es, tomó sobre sí la verdadera naturaleza humana (Hebreos 2.17), se hizo hombre (Juan 1.14). Se usa en vez de “yo”, como cuando Pablo hablando de sí mismo dijo: “Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar. De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades” (2 Corintios 12. 2-5). Hay muchos pasajes en los que parece tomarse este título de esta manera (Mt. 12.8; 17.22; 19.28; 20.18, 28). Identifica a Jesús con la humanidad en Su sufrimiento por nosotros; y lo presenta como el segundo Adán, ya que el primer Adán llevó a la humanidad lejos de Dios después de su caída; Jesús, el segundo Adán, comenzó una renovación de la humanidad dirigiendo a los creyentes hacia Dios (Ro. 5.12-21).
Hijo de Dios presenta a Jesús como Jesús-Dios.
Hijo de David lo revela como Jesús-Rey o Jesús el Mesías.
Mientras que el Hijo del Hombre lo introduce como Jesús-Hombre.
Es en relación a este último en el que María fue Su madre. Por ende, María no es la madre de Dios sino la madre del Hijo del Hombre o de Jesús-Hombre.
junio 25, 2012
Posted by Pablo Collazo - Administrador |
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