El Lado «Oscuro» De La Fe

Generalmente, cuando disertamos o comentamos acerca de la fe que tenemos depositada en Dios y en Su Palabra, lo hacemos con la inclinación a creer que el resultado será siempre positivo, que si creemos en Dios y en las cosas que Él nos dice, todo nos saldrá bien. Alimentamos la esperanza de que Él está de nuestro lado, que nos dará las cosas que pedimos, y nos concederá la victoria en todas las luchas que tenemos, usando pasajes bíblicos tales como:
«(…) al que cree todo es posible» (M r.9.23).
«(…) todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá» (Mr 11.24).
«(…) Y nada os será imposible» (Mt. 17.20).
La realidad es que todo esto es cierto, pero en parte, ya que la fe que tenemos puesta en Dios tiene también otro lado que no es tan popular, apreciado, citado, ni deseado. Y es el lado al que he preferido llamar «oscuro», por lo difícil, sufrido, amargo, a veces trágico, que es. Es el lado de la fe del que casi no se predica desde el púlpito. La Iglesia moderna tiene el concepto de que la fe siempre obtendrá lo que desea, y lo obtendrá con creces, y en el presente. La verdad es que muchos cristianos fieles a Dios murieron sin obtener lo que deseaban, a pesar de que creían, luchaban y esperaban. Se fueron de este mundo sin lograr ver ni tocar lo que su fe profesaba. (Véase Hebreos 11.13, 39.)
En el capítulo 11 del libro a los Hebreos podemos encontrar una lista con los nombres de un grupo de personas que fueron capaces de realizar grandes hazañas, de obtener grandes victorias, y que consiguieron magnos galardones por medio de la fe. Nombres como el de Abel, Enoc, Noé, Abraham, Sara, Isaac, Jacob, José, y Moisés, adornan esta lista (vv. 4-28). Podemos agregar los involucrados en el evento del Mar Rojo y los del gran suceso de la caída de los muros de Jericó (29 -30). La lista sigue con nombres como los de Rahab, Gedeón, Barac, Sansón, Jafté, David; así como los de Samuel y los profetas (31-32). Y los versos que continúan dicen de lo que estos fueron capaces de hacer:
“que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección” (vv. 33-35a).
Este es el concepto que tenemos de la fe. Una fe que, en muchas ocasiones, burla la muerte, vence a los enemigos, evade el peligro, logra lo que quiere y consigue lo que se propone.
No obstante la fe poder trascender a este nivel, esta no es la regla, sino la excepción, ya que, por más grande que esta sea (irónicamente, como un grano de mostaza), no todos los portadores de esta fe lograrán salir exitosos de todas las pruebas de fuego a las que podrían ser sometidos. Esto lo podemos apreciar regresando al capítulo 11 de Hebreos y observando lo que dice la segunda parte el verso 35, donde, a partir de aquí, la narración toma otro giro, y la historia, en vez de inspiradora, se vuelve trágica. La lista continúa enumerando “otra clase de personas.” Individuos que no corrieron con la misma dicha. De éstos, ni aún sus nombres se mencionan; y seguramente que el número de estos “otros” héroes de la fe es mayor que los del grupo cuyos nombres aparecen escritos. El relato continúa así:
“mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido (…)” (35b -40).
A pesar de todo lo que estas personas sufrieron, de estos héroes anónimos de la fe la Escritura dice que el mundo no era digno de ellos (v. 38). La Escritura continúa diciendo que, a pesar de que estos individuos calificaban para conseguir —debido a la fe que tenían— lo que se les había prometido, no lo recibieron (v. 40).
Tener fe en Dios no significa que siempre obtendremos lo que deseamos o esperamos. (Véase la entrada publicada el 1º de mayo, 2013, bajo el título: “Cuando La Fe No Funciona“.) En el relato bíblico de Hebreos 11, unos lo consiguieron, y otros “Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra” (He 11.13).
Dios no siempre honrará la fe en este siglo; no lo hará todas las veces ni en todas las circunstancias. Empero, la eternidad con Él será la mayor recompensa con la que Dios honrará la fe que tenemos depositada en Él.
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agosto 21, 2014 -
Posted by Pablo Collazo - Administrador |
Fe
Recibo con gusto esta nueva enseñanza, siempre es y será un privilegio recibir los estudios del Hermano Pablo Collazo, estos traen con sigo un desafío a los paradigmas dogmáticos y sobre todo a la comodidad Espiritual en la que fácilmente hemos caído al invertir la búsqueda de las añadiduras antes que el Reino de Los Cielos, gloria a Dios por su palabra y sus maestros
Gracias John. Me llena de satisfacción saber que lo que escribo no es en vano, y que alguien pueda ser edificado, ya que este es el propósito de este blog. Bendiciones.