¿Cuándo Comienza La Vida Eterna? — Parte 2
La Vida Eterna Comienza Aquí, En La Tierra… ¡y con el cuerpo que actualmente tenemos!
4. ¿Sabes en qué consiste la vida eterna?
La vida Eterna no consiste solamente en NO MORIR; esto es inmortalidad, y forma parte de lo que Cristo logró para nosotros con su muerte: «(…) nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio (…)» (2 Timoteo 1.10).
La vida eterna consiste en conocer a Dios el Padre y a Jesucristo Su Hijo. Jesús lo dijo así: «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado» (Juan 17.3).
5. ¿Y sabes por qué la vida eterna consiste en conocer a Dios el Padre y a Jesucristo Su Hijo?
a. Porque Dios es la vida eterna: «Este es el verdadero Dios, y la vida eterna” (1 Juan 5.20). [Véase el punto No.1.]
b. Si Dios es la vida eterna, entonces en Él está la vida eterna. De manera que quien conoce y tiene a Dios como su Salvador, tiene la vida eterna. Se necesita a Dios para tener vida eterna. «este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5.11-12). [Véase el punto No. 2.]
c. Si adoramos y servimos a un Dios que es Eterno, necesitamos la eternidad para conocerlo plenamente. Dicho esto en otros términos equivalentes, Si Dios es eterno, se necesita (de) la eternidad para conocerlo. Se necesita a Dios para tener la vida eterna y se necesita la vida eterna para conocer a Dios.
6. ¿Y sabes qué significa conocer a Dios?
En el lenguaje bíblico, conocer —entre las distintas aplicaciones que tiene— es una palabra que también se usa para referirse a la intimidad que se tiene con alguien dentro de una relación. Por ejemplo, dentro del matrimonio se usaba para referirse a la intimidad sexual que existía entre una pareja.
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“Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín (…)” (Génesis 4.1).
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“Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc” (Génesis 4.17).
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“Y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y llamó su nombre Set” (Génesis 4.25).
7. Cuando la palabra conocer es usada en relación a Dios, significa tener una relación espiritual íntima con Él y con Su Hijo.
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“el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14.17).
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“Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (2 Timoteo 2.19). La frase “Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” indica la clase de relación íntima que debemos tener con Dios; una vida de santidad, de separación para Él.
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“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios” (1 Juan 4.7). El amor que tenemos por los demás indica si en verdad tenemos una relación íntima con Dios, pues, el que ama a Dios, tiene que también amar a los demás, porque: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1 Juan 4.20). Además: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13.35).
La mejor definición para entender el significado que la palabra conocer tiene, en términos de la intimidad espiritual que debe existir entre un individuo y Dios, se encuentra en las palabras que nuestro Señor Jesucristo dijo en los siguientes pasajes bíblicos.
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“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7. 21-23).
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“Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos” (Lucas 13. 24-28).
En estos versos podemos apreciar cómo no todos los que dicen conocer a Dios realmente lo conocen. Con palabras como «apartaos de mí hacedores de maldad», es fácil notar que la relación que estas personas tenían con el Señor no era genuina, pese a las cosas que ellas alegaban hacer (hablar en lenguas, hacer milagros, etc.). Pues, la respuesta que Él les da: «Nunca os conocí» y «No sé de dónde sois», muestra claramente que no existía tal clase de relación entre ellos y Dios.
Con la frase “sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”, nuestro Señor Jesucristo define en qué consiste la relación íntima que Dios quiere que tengamos con Él; una relación en la que Sus hijos conocen lo que su Padre quiere y lo que a Él le agrada que hagamos. Esta era la clase de relación que Jesús tenía con el Padre.
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“así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre (…)” (Juan 10.15).
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“Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” (Juan 8.29).
Y esta es la clase de relación que Jesús identificó como la que realmente determina si en verdad conocemos a Dios y tenemos intimidad con Él.
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“Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen” (Lucas 8.21b).
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“Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre” (Mateo 12.50).
Bien sabemos que un hermano, una hermana y una madre son personas con quienes nuestra relación es de carácter íntimo. Es por eso que nuestro Señor, a través de estas palabras, simplemente nos está indicando que quienes pretendemos, pretendamos —o queramos— tener una relación íntima con Dios, tenemos que hacer Su voluntad; y que una íntima relación con Dios es hacer (y se consigue) haciendo la voluntad de Dios.
Pero para hacer la voluntad de Dios, primeramente hay que conocerla.
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“Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor” (Efesios 5.17).
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“(…) para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12.2b).
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“(…) que seáis llenos del conocimiento de su voluntad (…)” (Colosenses 1.9).
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“dándonos a conocer el misterio de su voluntad” (Efesios 1.9a).
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“(…) El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad” (Hechos 22.14).
Conocer la voluntad de Dios es el primer paso que nos llevará a tener una relación íntima con Él, pero hacer Su voluntad es lo que realmente nos une a Él en esta clase de relación, y es lo que determina si realmente Le conocemos. Esto último es lo que Jesús claramente dio a entender con las frases: sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos; y entonces les declararé: Nunca os conocí; No sé de dónde sois. Nótese cómo en estas frases, el verbo conocer está relacionado a hacer la voluntad de Dios.
8. ¿En qué consiste tener una relación espiritual íntima con Dios?
Consiste en dos cosas, a saber:
a. en descubrir y saber Quién y cómo es Dios (Su naturaleza: Eterno, Omnipotente, Omnisciente, Infinito, etc., etc. Su carácter: bondadoso, misericordioso, amoroso, Santo, Justo, etc., etc.)
b. en adorarle, buscarle, obedecerle y someterse a Su Voluntad. (Véase el punto No.13; en la próxima publicación.)
(He escrito y publicado otros artículos más extensos en una sola pieza en este blog, pero como algunas personas me han dicho que algunas de mis entradas son muy largas, he decidido dividirlas y publicarlas en varias partes para hacer más fácil y más amena su lectura.)